Por Jeanneth Jiménez
Son 27 años los que ha dedicado Sonia Guadalupe Valenzuela Peralta a atender pacientes, a quienes considera parte importante en su vida, debido a que ponen toda su confianza en las enfermeras, profesión para la que se requiere de una gran vocación.

El amor por su profesión y su vocación de servicio llevó a una de sus hijos a estudiar y ejercer la carrera de Enfermería, una está estudiando para química y su otro hijo quiere estudiar para enfermero.
“Mis tres hijos son niños IMSS, ahí viví mis embarazos y desde chicos pasaban gran parte del día conmigo en el seguro, yo creo que por eso decidieron seguir con esta profesión, para la cual se necesita mucha vocación, debido a que es muy bonita, pero muy demandante”, mencionó.
Valenzuela Peralta recordó que desde pequeña se dio cuenta de que quería ser enfermera, debido a que pedía juguetes relacionados con la enfermería, como jeringas, estetoscopios, además de que quería aprender a inyectar y generalmente vestía ropa blanca.
“Yo no quería muñecas, desde chica algo me decía que a esto me quería dedicar, porque nunca me dio por ser médico, sino enfermera, profesión para que se necesita vocación y estar dispuesto a ejercerla al cien por ciento, debido a que nosotros no tenemos días festivos, por lo que estamos al cien por ciento con los pacientes en fechas importantes, lo que hace que no se sientan tan tristes ni solos“, expresó.
Asimismo, comentó que a cambio de ello, se obtienen grandes satisfacciones, como el recibir un simple “gracias” de parte de los pacientes o de los familiares, quienes reconocen su trabajo.
“En mis 24 años de servicio he atendido a miles de pacientes y hay algunos que nos ven y nos reconocen, se acuerdan que los atendiste y te lo agradecen, eso es muy bonito; en una ocasión fui a Hermosillo al asilo de ancianos y una viejesita me conoció, me dijo que había sido su enfermera en Obregón y que la atendí cuando se quemó la pierna con una taza de chocolate y después de tantos años, es algo muy bonito y gratificante”, dijo.
Lupita aseguró que a lo largo de 27 años ha vivido bastantes experiencias, tanto bonitas como tristes, además de que se encariña con los pacientes, pues vive la enfermedad y las complicaciones junto con ellos y sus familiares, pero lo que mayor satisfacción le da su profesión, es ver salir recuperado a un paciente y entregarle los bebés a las mamás cuando dan a luz.
Finalmente, comentó que inició su carrera en el Hospital 1 en el turno matutino, donde trabajó con bebés; después estuvo 20 años en la UMAE, en ambos turnos; ha estado en clínicas rurales y actualmente atiende en la clínica 66 del IMSS, en la que lleva un año 4 meses como especialista en medicina familiar.