Jeanneth Jimenez

PUNTO Y APARTE

Por Jeanneth Jiménez

Autoridades en sus laureles

No imagino siquiera la angustia y desesperación de no saber de un hijo, pero sí tengo dimensión de lo que es capaz de hacer un padre o una madre por sus descendientes.

El joven Heriberto, de tan sólo 22 años, fue visto por última vez en la ciudad de Navojoa, Sonora, lo cual denunciaron sus padres, quienes al ver la nula respuesta por parte de las autoridades, optaron por iniciar su propia búsqueda e investigación.

Para todos es fácil ser parte y juez de diversos hechos y situaciones, pero en muchas de las ocasiones ni siquiera estamos informados o desconocemos el contexto y fondo de las cosas, por lo que nos atrevemos a hacer comentarios a la ligera y sin fundamentos, sin pensar en el dolor que viven las familias afectadas.

Ni Heriberto ni su familia estaban involucrados en cosas turbias ni andaban en malos pasos, eran una familia unida, trabajadora, con valores y principios, una familia honrada que buscaba de manera desesperada a su hijo, ¿a poco usted no haría lo mismo? ¿Se quedaría cruzado de brazos, sin saber si su hijo come, tiene un techo donde dormir o si está bien?

Eso llevó a los padres de Heriberto a tomar la iniciativa, a emprender una búsqueda e investigación propia, a pedir apoyo a la sociedad civil, a realizan marchas y a exigir a los gobiernos, tanto municipal como estatal, que investigarán la desaparición de su hijo.

Lamentablemente, el insistir, el atar cabos, obtener respuestas y mejores resultados que las autoridades, ocasionó que acabaran con la vida del padre de Heriberto, a quién le dispararon mientras se encontraba abordo de su camioneta, afuera de una tienda de conveniencia, donde lamentablemente perdió la vida este 30 de noviembre.

Esta situación ha causado bastante indignación en la ciudadanía que se solidarizó con la familia de Heriberto, pues al estar el padre de familia cerca de encontrar a los responsables que desaparecieron a su hijo, optaron por callarlo, terminando con su vida.

En un acto de cobardía es como acabaron con la vida del señor Heriberto, pero eso a las autoridades no les interesa, pues es más fácil declarar que estaban involucrados con el crimen organizado y darle carpetazo a las investigaciones, pues en Sonora aún no conocemos el acto de procuración de justicia, sólo tenemos el concepto.

Es increíble ver hasta dónde hemos llegado, una sociedad perdida, podrida, sin valores, donde es más fácil asesinar que conseguir un empleo, una sociedad atemorizada, que prefiere callar que denunciar y cómo no, si pasan cosas como estas, donde la corrupción pasa por encima de la investigación.

PUNTO Y APARTE de esto, quiero compartir con usted mi coraje, indignación, tristeza e impotencia, pues nuestra ciudad es otra, una en la que es común hablar de la delincuencia y de la ola de violencia, de cuántos muertos van, de sangre… lo cual ha rebasado a nuestras autoridades, que parecen insensibles al dolor de las familias sonorenses, debido a que no salen de sus discursos sin resultados.

Nuestras más sinceras condolencias para la familia; queremos justicia para este y otros hechos que han acabado con la vida de personas inocentes, antes de que la violencia cobre la vida un familiar o amigo suyo, o míos.